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La Sorprendente Historia del Ketchup: De la Medicina a la Salsa Favorita de millones.

¿Sabías que, en sus orígenes, el ketchup no tenía nada que ver con el tomate y se vendía como una medicina milagrosa? Acompáñanos en este viaje a través de los siglos para descubrir cómo el ketchup llegó a conquistar los paladares estadounidenses.

Salsa Ketchup
La historia de la salsa Ketchup es mas interesante de lo que te imaginas.

La historia del ketchup es una fascinante travesía que comienza en el lejano oriente y nos lleva a través del tiempo hasta convertirse en la adorada salsa de tomate que conocemos hoy en día en Estados Unidos y en todo el mundo.


Todo comienza en el siglo XVII en China, donde nace el ketchup bajo el nombre de 'ke-tsiap'. En ese entonces, era una salsa de anchoas de color caramelo, muy distante de la versión de tomate que conocemos hoy en día. No obstante, el ketchup tal como lo conocemos actualmente tuvo su origen en el siglo XIX, cuando los británicos introdujeron los tomates en la receta.


En ese momento, los tomates eran considerados prácticamente venenosos, pero el Dr. John Cook Bennet popularizó la idea de que tenían propiedades curativas para enfermedades como la diarrea y la gastritis. Esto marcó el inicio de la transición del ketchup de ser una medicina a una salsa.

Ketchup Medicina
La publicidad utilizada por los falsos doctores durante el lanzamiento de la Ketchup

En 1837, un hombre llamado Archibald Miles comenzó a vender un producto patentado como "La píldora higiénica americana", que posteriormente renombrado como "El extracto de tomate del Dr. Miles". Sin embargo, este "extracto de tomate" eran en realidad pastillas de ketchup. A pesar de que las afirmaciones de salud de Miles eran falsas, muchas personas cayeron en la trampa, y esto marcó una etapa en la historia del ketchup.



Con el tiempo, los estadounidenses desarrollaron un gusto por el sabor del ketchup, incluso después de que se dejara de vender como medicina. Muchos comenzaron a producir ketchup de formas poco higiénicas y preocupantes para la salud pública, similar a cómo se producían bebidas alcohólicas durante la era de la ley seca.


Para evitar el rápido deterioro del ketchup, los fabricantes empezaron a agregar conservantes dañinos como el ácido bórico, la formalina, el ácido salicílico y el ácido benzoico. Además, se utilizaba alquitrán de cáscara para teñir la salsa de tomate de rojo, a pesar de que este componente es inflamable y se considera un carcinógeno en concentraciones elevadas. Incluso, algunos ketchup se cocinaban en calderos de cobre, lo que generaba una reacción química que convertía la salsa en un producto venenoso.


Finalmente, en 1876, Henry J. Heinz revolucionó la industria del ketchup al producirlo en masa bajo su nombre. Para evitar los conservantes dañinos utilizados por otros fabricantes, Heinz aumentó significativamente la cantidad de azúcar y vinagre en la receta, creando un sabor que se convertiría en un éxito rotundo. Así nació el ketchup Heinz que conocemos hoy en día, y con él, la devoción de Estados Unidos por esta emblemática salsa.


A pesar de su delicioso sabor, el ketchup comercial moderno a menudo contiene jarabe de maíz con alto contenido de fructosa que anula sus beneficios para la salud. Aún así, el ketchup ha perdurado como una salsa querida en la cultura culinaria estadounidense, demostrando que, aunque no sea perfecto desde un punto de vista nutricional, sigue siendo un elemento esencial en muchas comidas.


Así que la próxima vez que disfrutes de una hamburguesa o unas papas fritas con ketchup, recuerda que esta salsa tiene una historia intrigante que se remonta a China, pasando por la medicina falsa y la dudosa higiene, antes de convertirse en un elemento icónico de la cocina estadounidense.

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