Si alguna vez te has sorprendido al notar que tus productos favoritos en el supermercado se han vuelto más pequeños sin que el precio disminuya, no estás solo. La "reduflación", una tendencia económica que implica reducir el tamaño o la cantidad de un producto mientras se mantiene su precio, está en pleno auge, y su influencia parece estar lejos de desvanecerse, incluso en momentos en que la inflación se mantiene elevada.
La "reduflación" se ha convertido en una práctica generalizada a medida que la economía global enfrenta una serie de desafíos, incluyendo el aumento de los costos de las materias primas, retrasos en la cadena de suministro y salarios más altos tras la pandemia. Los consumidores son los que más sienten el impacto de estos crecientes costos de producción, ya que enfrentan una disminución en su poder adquisitivo.
Esta práctica, que tiende a surgir principalmente en períodos de inflación, se ha vuelto cada vez más común en las estanterías de los supermercados de todo el mundo. Incluso, en septiembre pasado, el supermercado francés Carrefour decidió colocar carteles junto a los productos para alertar a los consumidores cuando el contenido de un paquete se ha reducido sin una correspondiente reducción de precio o, incluso, con un aumento en el precio.
Los consumidores, conscientes de estos cambios hacia envases más pequeños, no están contentos, especialmente porque ya están lidiando con el impacto de la inflación en sus finanzas personales. Sin embargo, lo que quizás resulta aún más preocupante es que esta tendencia, conocida como "reduflación", no desaparece cuando la inflación cede.
Los expertos sugieren que los consumidores tienden a notar más los aumentos de precios que las reducciones de tamaño en los productos. Mark Stiving, educador jefe de Impact Pricing en Estados Unidos, afirma que las empresas utilizan la "reduflación" como una forma menos dolorosa de aumentar los precios. En palabras de Stiving, los consumidores se concentran en cómo los precios afectan sus billeteras, y es más probable que note un aumento en el precio que la cantidad de producto "perdido" debido a envases más pequeños.
Los cambios en el tamaño de los productos no siempre son evidentes de inmediato, a menudo son incrementales. Por ejemplo, una bebida que solía venir en una botella de 600 mililitros podría ofrecerse ahora por el mismo precio, pero en una presentación de 500 mililitros. Los expertos predicen que una vez que los nuevos tamaños estén en el mercado, es probable que permanezcan de esa manera.
En este escenario, los consumidores se ven obligados a adaptarse a estas modificaciones, y a que a menudo carecen de otras opciones. En algunos casos, pueden optar por productos de mejor valor o incluso cambiar a marcas blancas, ya que la lealtad a la marca tiende a disminuir en medio de la inflación y la reducción de los tamaños de los productos.
Sin embargo, en situaciones en las que los productos son considerados esenciales, como la fórmula para bebés, los consumidores tienen menos opciones y se ven obligados a pagar el precio que figura en la etiqueta, sin importar los cambios en el tamaño del producto. Un ejemplo de esto es el caso de la leche infantil Guigoz de Nestlé en Carrefour, que pasó de un envase de 900 gramos a uno de 830 gramos.
En resumen, la "reduflación" es una tendencia económica que está lejos de desaparecer, incluso en momentos en que la inflación persiste. Los consumidores se ven afectados por estos cambios en los productos que, aunque pueden parecer sutiles, tienen un impacto significativo en sus bolsillos. La adaptación y la búsqueda de alternativas se convierten en estrategias clave para afrontar esta realidad económica en constante evolución.
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