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Foto del escritorIsaac Quintal

Descubrimiento de CO₂ en Europa, luna de Júpiter, sugiere nuevas posibilidades.

Las observaciones realizadas con el telescopio James Webb han indicado la presencia de dióxido de carbono (CO₂) en la superficie de Europa, una de las lunas de Júpiter. Esta luna está cubierta por una gruesa capa de hielo bajo la cual se cree que se encuentra un océano global.

Europa luna
Ilustración del gran océano de Europa y su gélida corteza. / NASA/JPL-Caltech

Este apasionante descubrimiento plantea diversas posibilidades intrigantes. El CO₂ podría haberse originado de manera externa, o posiblemente podría haberse filtrado a través del subsuelo o del hielo de Europa. Una posibilidad sugiere que el océano europeo alberga grandes cantidades de CO₂ disuelto, similar a los océanos de la Tierra. La teoría aún más intrigante es que el CO₂ podría ser un subproducto de la combinación de compuestos orgánicos, no de seres vivos, sino de compuestos de carbono, como aminoácidos u otros similares.


Los depósitos de CO₂ se concentran en una región llamada Tara Regio y son relativamente recientes. Sin embargo, las condiciones en la superficie de Europa hacen que el CO₂ no permanezca estable durante largos períodos. A diferencia de otras lunas, Europa no experimenta erupciones de géiseres con la misma frecuencia que Encélado, luna de Saturno, lo que dificulta el análisis espectrográfico que ayudaría a confirmar la existencia de sales disueltas, como el cloruro de sodio en los mares terrestres.


La existencia de un océano global bajo la capa de hielo de Europa se plantó por primera vez hace más de 25 años, cuando la sonda Galileo, en órbita alrededor de Júpiter, capturó imágenes detalladas de la superficie europea. Algunas de estas imágenes revelan formaciones de hielo que se asemejan a los icebergs del Ártico, sugiriendo que la capa de hielo de Europa es relativamente delgada.


Este descubrimiento es importante porque implica que Europa podría albergar un océano global de gran profundidad, estimado entre 80 y 150 kilómetros. De confirmarse, Europa podría contener el doble o incluso el triple de agua que todos los océanos de la Tierra.


La presencia de un océano global en Europa también sugiere la existencia de fuentes de calor en el interior de la luna, ya que los satélites galileanos, como Europa, no son ígneos sino que poseen un núcleo rocoso. Los científicos creen que el calentamiento podría ser el resultado de la tensión gravitatoria ejercida por Júpiter, ya que Europa, junto con otras lunas, mantiene una rotación sincronizada que causa deformaciones gravitatorias.


Además, la capa de hielo de Europa parece desacoplar la superficie del núcleo rocoso, permitiendo que se produzcan fracturas y cicatrices que podrían estar relacionadas con los movimientos de marea. La presencia de compuestos como sulfato de calcio y magnesio en el hielo europeo sugiere una compleja química y geología en esta fascinante luna.


Este nuevo hallazgo en Europa se suma a la creciente evidencia de la existencia de océanos globales bajo la superficie de varias lunas y planetas en el Sistema Solar, lo que abre emocionantes posibilidades para la investigación científica y la búsqueda de vida en otros mundos.

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